miércoles, 28 de octubre de 2015

¿Cuándo dejamos de soñar?

Hace muy poco tiempo me he visto confrontada con la temible idea de lo que algunos llaman "ambición", al igual que con las palabras "éxito" y "objetivos". Las tres me parecen tremendamente subjetivas. Para algunos, el éxito puede significar tener un trabajo estable con el que ganar una cantidad deseable de dinero. Para otros, el éxito puede significar ser feliz, disfrutar la vida al máximo. Yo soy de estos últimos. Sin embargo, para muchos esto puede ser difícil de comprender.

Para mí, el éxito y la ambición son lo completamente opuesto al conformismo. Y del mismo modo, para mí el conformismo implica llevar una vida rutinaria, sabiendo que tus días serán siempre (con algunas variaciones) prácticamente iguales. Por eso rechacé la idea de convertirme en profesora al terminar la carrera de Filología Inglesa. Tenía el temor de despertarme un día y darme cuenta de que mis días se repetían incesantemente, uno detrás de otro. Con distintos alumnos, sí, pero dando las mismas lecciones, el mismo temario, los mismos ejemplos...

No me malinterpretéis, por favor, de ningún modo pretendo decir que ser profesor sea algo malo, ni ningún otro trabajo, pues todos son igual de válidos. Sin embargo, no es para mí. Por eso quiero dar un cambio drástico y dedicarme a algo más creativo. Siempre he tenido ideas que, al final, nunca he puesto en práctica. Y la sola idea de pensar que nunca se hagan realidad me da pánico. A veces pienso que si fuera conformista quizás la vida sería más sencilla, pero, ¿sería igual de interesante?

Y aquí es donde viene la pregunta mágica. ¿Cuándo dejamos de soñar? ¿Cuándo nos entregamos con los ojos cerrados al camino que se nos presentaba por delante sin mirar dos veces a todas las pequeñas sendas a nuestro alrededor? ¿Cuándo empezamos a ver el vaso medio vacío o a resignarnos a "lo que tocaba" en ese momento? 

Por supuesto, si estás leyendo esto y tú ya has encontrado el trabajo ideal, a la pareja ideal, a los amigos ideales, y en general a algo que te hace feliz, mis felicitaciones. No los dejes escapar. Pero si no es así, te invito a que te hagas la siguiente pregunta: ¿esto que hago, esto que tengo, me hace feliz?

No es una pregunta sencilla, este tipo de preguntas nunca lo son. Pero si muy dentro de ti, aunque sea en lo profundo de tus entrañas, hay algo que te dice que podrías pedir más, hacer más, soñar más, hazle caso. Sigue tus instintos, apuesta por ellos y por ti. Puede que valores más tener un buen sueldo, tener una buena casa, tener un modo de vida más relajado. Y todo eso es válido, más que válido, por lo que si tu prioridad es esa, sigue con ella. Pero si no lo es, te invito a que sueñes. A que busques algo que quizás hace tiempo perdiste en tu interior. Puede ser una idea, un viaje que siempre quisiste hacer, un negocio que siempre quisiste montar. Puede que no sea el momento para hacerlo, pero, ¿has considerado que quizás en algún punto de tu vida pueda serlo? Nunca hay un momento excepcionalmente adecuado para hacer según qué cosas, pero por favor, no lo descartes. No te conformes por pasividad o porque otros te lo digan. Pero sobre todo, nunca, nunca dejes de soñar.

Abrazos desde Madrid.